martes, 6 de septiembre de 2011

Embarazadas y embarazados


Desde hace rato hay una atajaperro en twitter –esa plaza virtual donde a los malandros se les llama hackers- sobre la pertinencia o impertinencia de mencionar cada sujeto de una oración en femenino y en masculino, práctica introducida por la revolución bonita.

A mí nunca me ha gustado ese asunto, básicamente por una razón de espacio. Imagínense un tweet de este tenor: “Camaradas y camarados, yo y ya los saludo y las saluda en esta ocasión y esto ocasiona para informarlos e informarlas de una y uno situación y situaciona”… Y se comieron los 140 caracteres.

Aunque como yo no soy dueño de la verdad y siempre me reviso a mí mismo (a diferencia de otros, ejem…) no he dejado de preguntarme si eso de no nombrar a los sustantivos en femenino en cada frase, no será -digo yo- falta de caballerosidad.

Pero nada que me cuadra. Por ejemplo, una apasionada defensora del gobierno, declaraba enardecida por estos días a un canal golpista y reiteraba: “porque nosotros y nosotras” y aquello me sonaba a los caballeros por un lado y las damas por otro; colegio de curas por aquí y de monjas por allá, azulito para ellos y rosadito para ellas. Más reaccionario imposible.

Creo que eso solo se justifica en los baños de los sitios públicos. Y sin embargo, en la recordada serie de televisión Ally Mc Beal los empleados compartían un sanitario unisex y aquello se prestaba a los enredos más entretenidos... No por lo que ustedes están pensando, ¡ojo!

Para colmo me imagino los diálogos censurados para la TV –por más gringa que sea- que se darían en un sitio así: “¡Billy! ¡No bajaste la tapa!” O peor aún: “¡Billy! ¡La próxima vez sube la tapa!”

Aunque a mí, francamente, me daría pena entrar a un baño así.

Pero bueno, a lo que vamos. Caía yo en el sopor de la medianoche, cuando escuché decir por TV a una funcionaria: “jóvenes embarazadas y embarazados”… Caramba.

Yo, que tengo la mala –o buena- costumbre de dudar siempre de mis convicciones (se entiende, ¿verdad?) si de algo estaba seguro es de que no era posible hablar de embarazados, y de que aquella película titulada Junior, con el “Governator” Arnold Schwarzenegger era puro embuste pitiyanki.

Yo, que me considero un tipo actualizado… Pero a lo mejor no me enteré. ¿Será posible quedar embarazado y yo no lo sé? ¿Será que puedo ser padre soltero en el sentido más literal de la palabra, productor independiente, que llaman? Mejor voy al médico y me hago revisar. Todo por darle el beneficio de la duda a la funcionaria que, con la mejor intención, quiere quedar bien con su presidente en aquello de hablar en masculino y femenino.

Tras consultar opiniones altamente autorizadas, legué a la conclusión de que probablemente se trataba de un error de la buena señora y eso nos demuestra que hay que tener mucho cuidado con lo que se dice por televisión, ya que es un medio muy poderoso. Embarazado no existe. A lo sumo, embarazoso. Que da pena ajena, pues.

Carlos Roa Viana

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